En 1952, las hermanas Encarnación y Matilde Silva Montero fueron asesinadas durante un atraco al estanco que regentaban en Sevilla.
El crimen, descubierto al día siguiente, llevó a la detención de Juan Vázquez, Antonio Pérez Gómez y Francisco Castro (a) el Tarta.
[2] Juan fue detenido el 30 de julio en Málaga por la policía cuando se disponía a embarcar hacia Melilla, alistado en la Legión.
Tras el interrogatorio policial, Juan acabó confesando el crimen, confesión que no ratificó ante el Tribunal.
Sin pruebas concretas, el tribunal les condenó a muerte el 26 de octubre de 1954 y poco después su abogado publicó un libro[3] sobre el juicio en el que vertió sus sospechas sobre la relación del crimen con el hachís,[4] si bien hizo notar sus dudas durante el juicio acerca de la investigación policial.