Al ser fuertemente criticado por otros pensadores de su época termina por dedicarse completamente a la teología.
Uno de sus postulados más conocidos fue el proponer que la Trinidad no consiste en un solo dios sino en tres por separado.
Polemizó con los filósofos paganos respecto a asuntos como la naturaleza del cielo, cuestionando que este fuera divino e imperecedero y sosteniendo, en cambio, que los elementos celestes eran de índole material y perecedera.
Eventualmente sería de gran influencia en científicos posteriores, incluso del Renacimiento, tales como Galileo.
[3][4] Como comentarista de Aristóteles se le atribuyen: 1.- Comentarios a los "Analíticos primeros".