Pese a su breve obra, está considerado uno de los representantes más característicos del Neoclasicismo en España, junto a José de Madrazo y José Aparicio.
Fue padre del también pintor Carlos Luis de Ribera y Fieve.
Alumno de Francisco Bayeu, probablemente conoció a Goya.
Cuando en 1814 el rey Fernando VII regresa a España, confirma a Ribera como pintor de cámara en 1816, aunque éste permanecerá en Roma hasta 1818 realizando obras como Alegorías de las Estaciones y Cristo crucificado.
Su gestión como director del mismo organismo comenzó en 1857, sustituyendo a José de Madrazo.