En 1884 se trasladó a Roma para estudiar derecho canónico.
Allí conoció a Giovanni Battista de Rossi que, al notar su interés por las catacumbas, le sugirió que se dedicara a estudiar la iconografía de los cementerios paleocristianos.
Además lo tomó como ayudante debido a la facilidad que tenía para el dibujo.
También participó en polémicas, como la que sostuvo con Marucchi por la localización del sepulcro del Papa Dámaso I.
Y muchos artículos en revistas especializadas en arqueología cristiana.