Tras estudiar en Linz y Viena, la muerte de su padre le hizo dejar el mundo académico para proveer sustento a su familia.
Trabajó para el gobierno imperial como guarda forestal en Motovun, Istria, donde había una importante producción maderera para abastecer a los astilleros del puerto de Trieste.
Ressel tuvo el conocimiento de que los barcos propulsados con ruedas de paletas laterales eran muy propensos a fallos, por lo que decidió buscar una solución innovadora.
Ya en 1804 el estadounidense John Fitch había realizado una hélice propulsora sin éxito.
En 1839 se realizó la primera travesía transatlántica basándose en la hélice de Ressel mejorada por el sueco John Ericsson.