Por aquel entonces ese deporte estaba en expansión en España y desde 1957 se disputaba una Liga Española de Baloncesto.
Al proyecto de un club de baloncesto se unen algunos atletas (entre ellos Luis Felipe Areta) y nadadores; lo que da un carácter polideportivo al nuevo club, que posteriormente se iría ampliando.
Gasca, además de fundador, fue el primer presidente del Atlético San Sebastián, entre 1958 y 1964.
Con un equipo completamente remodelado esa temporada, el Vichy acaba descendiendo a Segunda División.
En sus filas, como entrenador-jugador se encontraba Santiago Zabaleta, exjugador del Atlético San Sebastián a las órdenes de Gasca.
Encontró como patrocinador a la empresa Dicoproga y armó un equipo formado en parte por la plantilla del Don Bosco, en parte por jugadores que habían militado en el antiguo Atlético San Sebastián, así como por un americano, Ed Robota, que cobraba 13 000 pesetas al mes.
Gasca ficha a un americano, Essie Hollis que se convierte en la gran sensación del baloncesto español en la temporada 1977-78 por su capacidad anotadora y sus espectaculares mates.
Hollis se convierte en el máximo anotador de la Liga, promediando casi 40 puntos por partido y llevando al equipo de nuevo a la sexta plaza y a obtener un puesto en la Copa Korac.
Gasca tira la casa por la ventana y ficha a un gran americano como Nate Davis,[1] pero los problemas económicos lastran al club, que acaba descendiendo de categoría.
A partir de entonces Gasca deja las canchas y se centra si cabe más en luchar por cambiar los estamentos deportivos del baloncesto español.
Especialmente duros fueron sus enfrentamientos con la Federación Española de Baloncesto y específicamente con Raimundo Saporta su eterno presidente.
Su muerte fue completamente inesperada, sufrió una indisposición mientras veía un partido de baloncesto, fue trasladado al hospital, entró en coma y tras estar varios días en ese estado falleció finalmente.
El Askatuak ha sobrevivido varias décadas a su fundador, al que sigue honrando como su figura más destacada; pero está muy lejos de la élite.
Otro equipo donostiarra, el Bruesa GBC ha obtenido mejores resultados en los últimos años y ha devuelto a una ciudad la ilusión por tener baloncesto de élite.