Cuando cumple siete años ingresa al Colegio Francés La Salle de México.Carlos Ruano Llopis, quien en ese entonces tenía un estudio de pintura y ofrecía clases particulares, aunque el pintor no estaba muy seguro de recibirlo debido a su corta edad.Ruano Llopis, Doña Mercedes y su hermano le montan un pequeño estudio, que debido a "las malas compañías" es rápidamente desmontado por su madre, quien le obliga a pintar en su casa.[2] En 1937, continuó su formación en la Academia de San Carlos, bajo la dirección de Lorenzo Rafael, así estudió con los maestros Coria, José Bárcenas, Pastor Velázquez, Fidias Pacheco, Elizondo, Armando Drester, entre otros.Cada maestro le enseñaría su especialidad, incluyendo el manejo de la acuarela, pintura, figura, paisaje, modelado, retrato y colorido impresionista.Es en este sitio que conoce también a un publicista de apellido Dueñas, que editaba una pequeña revista y también al fotógrafo y periodista Melhado, quienes le hacen sus primeras publicaciones sobre temas taurinos, en la revista Jueves de Excélsior.Poco tiempo después José comienza a tener problemas con el administrador del edificio, y es así como al cabo de un tiempo se clausuraría su segundo estudio.[1] Decía que del mundo ya sabía todo, y en ese momento, el silencio sería su maestro.Posteriormente reúne varios cuadros para montar una exposición que presentaría en las Galerías Artísticas.Durante un tiempo realiza muchos cuadros de los cuales se desconoce el paradero.Algunos simplemente los regalaba, otros los vendía a precios que no cubrían ni el importe de los materiales.Durante un viaje de Diego Rivera a Rusia por motivos de salud, su amigo Carlos Pellicer, gran devoto y creyente, le escribe una carta y le sugiere que piense en otra frase.En su apariencia, exalta valores estéticos y su factura corresponde a las nuevas formas plásticas de su época.En su índole sociocultural, correspondió a las creencias y los valores del pueblo mexicano.Cabe mencionar que el artista logró composición y concepto de esta obra en tan solo 20 días.El color lo manejaba sin estridencias, y solía destacar los tonos cálidos por sobre los fríos.Para atender su propia personalidad prefirió la pintura religiosa como base, ya que en ella buscaba la realidad, la viveza y el colorido.