José Rivera Ramírez

A a la verdad me ha salido redondo..." (Diario 14-VI-1988, CP f 3954)[3]​ La razón determinada de aquella decisión la comenta así: "Tratas con los chicos y al final tienes que buscar un sacerdote para confesarlos.

¿Porqué no ser sacerdote y de esta manera remata uno la tarea completa?".

Indicando así en una carta: "De mí no hay mucho que hablar; en conjunto con el estudio del 1.er curso de Teología se me han ensanchado los horizontes y comienzo a vislumbrar cuáles pueden ser los fundamentos de muchas ideas que hasta ahora fueron solo sentido, nacido de la oración" Y comenta su experiencia académica así: "Yo no podía estudiar teología sin experimentar cambios en mi vida personal"... "no podía estudiar Trinidad sin crecer en la conciencia de la presencia de las personas divinas, no podía estudiar Cristología sin un entusiasmo creciente por Jesucristo, no podía estudiar Eucaristía sin crecer en actitud adorante del misterio para convertirse en ofrenda permanente".

Se nos hacía un nudo en la garganta al verlo en la iglesia, confesando y comulgando.

Con gran vitalidad, no perdía un minuto, aunque parecía que tenía tiempo para todo.

Con un respeto único frente a los que acudíamos a él, escuchaba con paciencia y sin prisa, inspiraba una gran confianza, cosa que facilitaba el diálogo y la confidencia.

Un nuevo periodo de agotamiento le obliga a abandonar Salamanca.

Durante aquellos años comienza una abundante labor pastoral, no solo con los seminaristas, también con religiosas y seglares: dirección espiritual, predicaciones, retiros, ejercicios... le hace viajar con frecuencia por toda España.

Su muerte impacta fuertemente en la ciudad de Toledo, gitanos y seminaristas portan el féretro en su entierro, muchos de los que le tuvieron por loco empiezan a considerarlo un santo.

Sus escritos no publicados comprenden su Diario, Cartas y Cuadernos de estudio.

Adicionalmente se conservan un gran número de charlas y predicaciones con su voz grabada.