Se sabe que en algunas ocasiones el capitán Bado se solía sumergir en los esteros del lugar completamente desnudo, solo con un cuchillo entre los dientes y observaba los movimientos del ejército enemigo quieto y en silencio durante horas, como si fuera un cocodrilo bajo el agua.
Primeramente se mantuvo tranquilo y sereno, pero cuando le dijeron que los miembros de la legión paraguaya (Opositores de López que luchaban en el ejército aliado) querían hablar con él, se puso muy nervioso y se negó rotundamente gritando que no quería verlos, ni hablar con ellos.
Al final, los legionarios lo visitaron, hablaron con él y quisieron regalarle dinero para tratar de convencerlo de unirse a su causa, pero Bado no dijo ni una palabra y se mantuvo callado hasta que se fueron.
[6] Actualmente sus restos descansan en su natal Guazú Cuá, donde se erigió una cruz en su honor.
[7] No quedan fotos o cuadros que muestren como lucía realmente el Capitán Bado, pero según testimonios de la época, era un hombre alto, robusto, delgado, de tez blanca y grandes ojos pardos.
[9][10] Bado aparece como uno de los personajes principales del cuento "Por la señal de la santa cruz" escrito por Eder Acosta Santa Cruz, que forma parte del cómic paraguayo "Epopeya: Penurias y fatigas".