Así fue incluido en un manuscrito de su compañero misionero Miguel del Barco[1] y publicado por el historiador jesuita Francisco Javier Clavijero.
La expulsión de los jesuitas llevó al exilio a los misioneros, que coincidieron en Bolonia con Francisco Javier Clavijero, que estaba escribiendo y recopilando en una historia de los pueblos precolombinos.
En 1789 puso en la órbita las pinturas de San Francisco, cuya investigación más rigurosa se inició muchos años después.
Las observaciones de Rotea, fueron confirmadas por el misionero contemporáneo en Mulegé, Francisco Escalante.
Tanto Rotea como Escalante fueron a confirmar uno de los sitios personalmente.