[6] Su incorporación a la literatura fue relativamente tardía si tenemos en cuenta que su primer libro —El perro negro— no lo publica hasta cumplidos los treinta y tres años.Realizó numerosos viajes, tanto por la península ibérica como por el extranjero, y estuvo en Puerto Rico en 1895.Sus primeros artículos los publicó en Euskal-Erria y en otras revistas del País Vasco.En 1934, después de los sucesos revolucionarios de octubre, publicó El instante dramático, que puede considerarse su «testamento político-intelectual», donde expresó sus peores presagios sobre los derroteros del país y añadió a su bagaje ideológico influencias spenglerianas.[12] Durante la guerra civil —en coherencia con la evolución de su pensamiento político— apoyó al bando franquista.[14] Su nueva actitud, cada vez más inserta en la derecha radical y autoritaria, se vio condicionada —en opinión de Sobejano— por su última estancia en Argentina, por su contacto con los países maltrechos por la Gran Guerra, por el desarrollo del capitalismo español que propició ésta, por «el aumento de aprecio por ciertas virtudes tradicionales de la nación y acaso por otros motivos más personales».[16] Sin embargo —y este rasgo es bastante peculiar en el panorama ideológico de la derecha española—, su defensa del nacionalismo español se hacía desde supuestos laicos,[17] acordes con su agnosticismo religioso.