[7] No obstante, Esperanza y Sola fue reconocido por su trabajo como crítico musical en la capital de España.
Su pasión por la ópera le llevó a echar de menos una con firma española; siguió a cuantos autores se atrevieron con el género, en especial Tomás Bretón y Emilio Serrano, aunque lamentaba la «influencia nociva» de Wagner en los resultados.
[15][16] Esperanza fue un hombre de profundas convicciones religiosas lo que marcó también su pasión por la música sacra[17] y la veneración que profesaba a su maestro Eslava.
[18][15][19] Mantuvo una profunda preocupación por la introducción en la misma de lo que consideraba una instrumentación innecesaria.
[7] Tras fallecer, sus amigos y compañeros recopilaron el conjunto de sus críticas en la obra en tres volúmenes Treinta años de crítica musical (1906),[4] impreso en Madrid y que incluyó un bosquejo biográfico del autor escrito por su amigo José Ramón Mélida.