En agosto de 1746 Gil dirigió la capilla en la celebración de la llegada al trono de Fernando VI, para la que se realizó «una Misa Canonical post Nonam con música por dicha intención» así como «cantarse la letanía mayor en el Presbiterio, con las preces del caso que se resolverán con consulta del Maestro de Ceremonias, acompañando la música, concluyéndose así la función».
Con el nombramiento pasó a recibir el beneficio del magisterio que había obtenido Conejos Ortells y que hasta 1754 estaba recibiendo Miguel Martín.
[3][1] Las relaciones de Gil Pérez con el cabildo no siempre fueron las mejores.
Le reprocharon haberse dirigido sin respeto al presidente del cabildo y se mantuvo una multa que le impusieron por la falta de dos infantes a unas Vísperas.
[3] Esencial en su obra es la «creación de una gran forma compuesta de varias partes en las que se hace uso de diferentes recursos compositivos (fragmentos corales y solísticos, fragmentos instrumentales y vocales, técnica imitativa y homofónica, etc.)».