En 1776 se lo halla nuevamente actuando como gobernador de Río Grande do Sul, no permaneciendo nunca ocioso.
El gobernador Furtado de Mendoza decidió deponer las armas, y en febrero de 1777 envió a Sáa y Faría para negociar con Ceballos una honrosa capitulación.
En marzo volvió Saa e Faría con amplios poderes para proponer los artículos de las capitulaciones, concluyendo la cuestión en que todos quedaban como prisioneros de guerra.
En mayo de 1777 escribió Ceballos al ministro Gálvez que su reconocida capacidad de hábil geógrafo y conocedor profundo de esas regiones le habían movido a guardarlo como rehén, hecho que la Corona aprobó, y en ese mismo mes, Ceballos comunicó que Sáa y Faría pasaba de Montevideo a Buenos Aires, bajo su palabra de honor, mereciendo por su graduación y experiencia que se le tratara con toda atención.
Además, era un artista, aún en sus trabajos científicos, denotando los planos que han llegado hasta nosotros sus innegables dotes.
Luego tuvo Sáa y Faría actuación en una labor ajena a sus antecedentes y que se realizaba muy lejos de Buenos Aires: el socavón que se comenzó a abrir hacia 1778 en el Cerro de Potosí, que tropezaba con dificultades.
En febrero de 1783 escribía el gobernador Intendente de Potosí, Jorge Escobedo, al Virrey Vértiz, rogándole enviara a esa villa a Sáa y Faría, ya que su residencia en Buenos Aires facilitaba su rápida traslación, y porque todos convenían en su profunda instrucción y buena voluntad para el trabajo, siendo lo que Potosí necesitaba.
Desde junio de 1782 hasta muy entrado el año 1786, hallamos a Sáa y Faría, por decreto virreinal, ocupado en las obras de la Universidad y Casas Redituantes.
Los dos planos referentes a dicho local fueron hechos por Saa y Faría.