Se inició en el teatro por el año 1918 con la compañía Podestá-Morganti, en el teatro Olimpo de Rosario, y desde entonces se destacó como cantor en casi todas las obras en las que participó.
De las canciones que estrenara en los escenarios, La copa del olvido fue su mayor suceso.
José Cicarelli, un actor no muy destacado pero de buena voz que hacía en la obra un personaje ocasional -ni siquiera figuraba en el reparto- en la escena que transcurría en el cabaré -elemento bastante usado en el teatro porteño de la época- con la animación musical de Enrique Delfino estaba sentado en una mesa y en un momento en que se producía un vacío en la acción se paraba con una copa en alto y levantaba y comienza a cantar: De lo que se trataba, explica García Jiménez, era de intercalar en algún momento el anzuelo del tango-canción que, en el caso, alcanzó rápida difusión.
El ABC de Madrid contaba en una nota cómo en la calle de Alcalá músicos callejeros y transeúntes cantaban o tarareaban la canción y La Noche de Barcelona decía sobre este tango "Las criadas lo cantan, con acompañamiento de fregadero y escoba; las pianolas, los ciegos, los quintetos de cabarets y cinemas..." García Jiménez dice que cuando tiempo después Delfino fue a actuar a España los periódicos resumían su personalidad interesante con la frase ¿Recordáis a La copa del olvido?
Actuó en teatros y locales de varietés en dúo con Fernando Nunziata , grabaron para el sello Columbia y recorrieron el país en giras acompañados por la guitarra de Fernando Montoni.