José Caixal

Abrazó la carrera del sacerdocio apenas llegó a la edad competente para ello.[1]​ La reina Isabel II agració a Caixal en 1858 con la Gran Cruz de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica.Se distinguió en el Concilio Vaticano I, en el que hizo uso de la palabra hasta en doce ocasiones, mereciendo que el papa Pío IX le nombrase camarero asistente al Solio Pontificio y que le hiciese Noble romano, título que solo concedían los pontífices a las personas que llegaban a prestar eminentes servicios a la Iglesia.[1]​ Además de ser un notable orador, se destacó como escritor.[1]​ Surgieron algunos obstáculos para dar sepultura a su cadáver en tierra española; pero finalmente transigió con ello el Gobierno, y los restos mortales del Obispo Caixal descansaron en la Capilla de San Armengol de la Catedral de Urgel.