Portarlington ascendió a coronel (brevet), es decir sin cargo efectivo como tal, en 1814.
En esa ocasión -actuando como un simplr húsar- demostró gran valentía y le fue muerto su caballo.
Según relata Philip Haythornthwaite en su libro, nadie de los que lo conocieron dudó ni un instante de su coraje y valor, pero su ausencia del servicio en el momento clave sembró muchas dudas sobre su determinación y derivó en su destitución del 23.º de Dragones, perdiendo no solo su reputación sino también todo el capital que había invertido en su carrera militar comprando sus ascensos.
Sin embargo en cuanto se recuperó algo y enterado de la acción que tuvo lugar ese día, y en el momento en que el 18º de Húsares estaba cargando contra el enemigo (sobre el final de la batalla), se unió a éste, siendo su cabalgadora severamente herida durante la acción, lo que debe tenerse en cuenta al analizar su ausencia de su regimiento".
Por su consejo Portarlington recomenzó su carrera militar desde cero uniéndose nuevamente como corneta (el oficial de menor rango) al regimiento del cual había sido separado.
Portarlington murió en la pobreza total en un oscuro hospedaje de un barrio marginal de Londres en 1845, legando como su única fortuna "dos chelines" a su pareja y concubina y a sus tres hijos extramatrimoniales.