El mercenario, quien murió sobre 1760, dejó viuda e hijos en apuros, y María Teresa se hizo cargo de ellos.
Entró en el servicio exterior austriaco como intérprete y fue seleccionado como dragomán en la embajada de Constantinopla.
La única excusa que se le puede dar es que tales acuerdos secretos no eran infrecuentes antes y durante su tiempo, y de hecho nunca rindió a Francia ningún servicio real, o traicionó a sus maestros en Viena.
No obstante, el terror de ser descubierto lo perturbó durante varios periodos de su vida, y cuando Luis XV murió en 1774 mostró una fuerte disposición a buscar refugio en Francia, y lo habría hecho si Luis XVI le hubiera prometido un empleo.
[1] Parece tolerable que en un periodo posterior se hizo inocente ante el emperador Francisco II.
En 1780 fue enviado austriaco en Varsovia pero en 1783 solicitó un permiso y satisfizo sus deseos viviendo durante cuatro años en París.
[1] Hasta 1792 estuvo mucho en Francia y Bélgica, parcialmente como agente diplomático, pero en gran parte porque estaba ansioso por rescatar sus inversiones, que finalmente se perdieron.
Su agravios personales pudieron tener una parte en el odio hacia la Revolución y los Jacobinos, por los que después se hizo famoso.
En 1792 estuvo asociado con Mercy-Argenteau, anterior embajador austriaco en Francia, como agente diplomático en el cuartel general del ejército aliado.
Pero nunca fue, porque en ese momento Rusia y Prusia se anexionaron grandes partes de Polonia.
Los nobles, quienes pensaban que los grandes puestos del estado debían ser para ellos, eran de la misma opinión.
Thugut, que tenía un gran acervo de vanidad, resentido por su insolencia, no hizo nada para desarmar su hostilidad.
Todo el trabajo confidencial de su departamento fue hecho por él mismo con la ayuda de dos oficinistas en los que podía confiar, y llevaba todos los papeles importantes directamente al emperador, sin guardar ninguna copia en su oficina.
Unos pocos de ellos que admiraban sus habilidades lo apoyaban por motivos personales, pero salvo estas excepciones Thugut no tenía amigos en Austria.
No halló apoyo, excepto del gobierno británico, quien lo consideraba un aliado seguro y que tenía gran influencia en Viena como pagador de subsidios.