Joan Ponç
Ponç explicaba en sus entrevistas la falta de afecto en su entorno familiar, algo que marcó su obra y su actitud ante la vida.[2] En su autobiografía, escrita en 1978, describió su infancia como una verdadera pesadilla durante la cual la única persona capaz de expresar buenos sentimientos fue su abuela.Los continuos castigos en el desván de su casa le proporcionaron el primer soporte para sus licencias artísticas.En esta época conoció a Joan Vinyals, un anticuario que tiempo después se convirtió en su primer marchante.Para Ponç el arte no es sino una introducción al misterio y a los secretos que encierra el espíritu.La irrupción de su arte, en los grises años 40, supuso ganarse calificativos como grotesco, torturado, diabólico, carnavalesco, mágico...Este movimiento, está inspirado en el surrealismo, a pesar de crear un nuevo estilo denominado "magicismo plástico",[6] y crea un puente entre las vanguardias internacionales de los años 20 y 30 y el informalismo que abrazarán sus componentes en la década de los 50 a excepción precisamente del propio Ponç que se mantendrá fiel a su estilo inicial toda su vida.Expuso en Barcelona, Nueva York, París, Río de Janeiro, Bonn, Ginebra, Tokio y Madrid, entre otros lugares.Sus obras se encuentran en diversas colecciones privadas y públicas, como el Museo Reina Sofía de Madrid.Finalmente el juez, apelando a un vicio de forma, falló en favor del hijo quien creó la Asociación Joan Ponç.[8] En 2014 su viuda Mar Corominas, hizo un llamamiento a las instituciones para rendir tributo al artista con una gran antológica denunciando el olvido del pintor y planteó la posibilidad de colaborar con la Asociación Joan Ponç a pesar de las diferencias por su legado.