Arellano es un referente en el fútbol mexicano y un ídolo para toda la afición del Monterrey, destacándose como uno de los mejores jugadores neoleoneses en la historia.
Cabe destacar que es junto con Luis Ernesto Pérez y José María Basanta los únicos tricampeones de liga en la institución y el que más clásicos ha jugado, con 30 empatado con Nahuel Guzmán.
En esa época, el entonces técnico del Club de Fútbol Monterrey, Miguel Mejía Barón, lo observó en un juego contra las reservas del club y le invitó a unírseles al observar en Arellano la capacidad para desempeñarse en el fútbol de Primera División de México.
Durante toda su carrera se desempeñó en dicho club (algunos consideran que fue "desperdiciado tácticamente" por sus entrenadores que lo utilizaban en el sector defensivo), exceptuando las temporadas 1998-1999 y 1999-2000, cuando jugó con las Chivas de Guadalajara.
Arellano regresó al Club de Fútbol Monterrey en el Verano 2000 siendo el máximo estandarte del equipo.
Arellano consiguió el tan ansiado título de Liga en el Clausura 2003, que significó el primer campeonato del C.F.
Recibiendo la presea en el rubro de deporte profesional, fue el primer futbolista con tal reconocimiento desde su creación en 1986.