Jerónima de la Asunción

Durante los siguientes cuarenta y ocho años permaneció en el convento entregada según sus biógrafos a la oración y la penitencia, ocupada sucesivamente en las tareas de enfermera, gallinera, sacristana, vicaria de coro, provisora y finalmente maestra de novicias,[2]​ al tiempo que, desde 1598, gestionaba la autorización para el traslado a las Filipinas, dilatado por los inconvenientes y dificultades que oponía el Consejo de Indias por problemas de hacienda y patrocinio.

[3]​ Su decisión de aventurarse a Filipinas para la fundación del convento le llegó precisamente en 1598, cuando conoció a fray Diego de Soria, misionero dominico, que pasó en esa fecha por Toledo y visitó el monasterio donde estaba sor Jerónima.

Estos dos hechos ayudaron a agilizar los trámites burocráticos y el procurador de Manila, Hernando de los Ríos Coronel, consiguió las licencias necesarias.

[6]​ En el mes de junio se encontraba en Sevilla, donde la retrató el joven Velázquez (Museo del Prado y colección Fernández Araoz).

[8]​ Bien recibidas en un primer momento por las autoridades civiles y eclesiásticas, no tardaron en surgir desavenencias, tanto por el alojamiento apalabrado como por el ingreso en el convento de jóvenes casaderas —veinte doncellas que en menos de dos meses «sacrificaron su virginidad al Soberano Esposo Jesús»— lo que reducía las posibilidades de contraer matrimonio a los descendientes de los conquistadores en una sociedad donde escaseaban las mujeres españolas.

Diego Velázquez , La venerable madre Jerónima de la Fuente , 1620, óleo sobre lienzo, 160 x 110 cm, Madrid, Museo del Prado .