En 1877 ensayó la música dramática con su ópera en un acto Iets vergeten, aunque su gran triunfo lo obtuvo con el ballet Milenka (1888).
En su música se advierte un sentido muy vivo del ritmo, el gusto por la melodía clara y cantora, frecuentemente inspirada en las viejas canciones de Flandes.
Su ópera cómica Maître Martin, lo mismo que su pantomima San Nicolas, fueron acogidas con entusiasmo.
Princesa de mesón (1896) fue un nuevo triunfo, tanto en Flandes como en Francia.
A partir de entonces dio a conocer la leyenda épica Thyl Eulenspiegel y un gran número de cantatas, un concierto para violín y una sinfonía; hasta su muerte en 1912.