Vuelve a España en las naves que traen al obispo fray Pedro de la Torre.
En la travesía del Atlántico escasean el agua y las provisiones, por haberse hecho mal el armamento de los buques, al querer reducir costes.
Además de escasear, el bizcocho era de mala calidad, y vieja la tonelería en la que se almacenaba el agua, por lo que el agua se filtraba y perdía.
Ante esta postura, el almirante Boyl, aprovechando una noche oscura, abandonó el convoy.
Rasqui no se atrevió a continuar el viaje y se dirigió con las dos naves que le quedaban a las islas de Barlovento, tocando en La Española el 27 de julio y deshaciendo la expedición.