Jacinto Convit

[1]​[2]​ Inició sus estudios en el Liceo La Guaira, hoy "Andrés Bello", siendo alumno destacado de Rómulo Gallegos en la cátedra de Filosofía y Matemáticas, de quien afirmó: Sus calificaciones, le hicieron merecer menciones honoríficas en asignaturas como fisiología y anatomía humana, clínica médica y clínica quirúrgica entre otras.

Como integrante del equipo médico del Leprocomio de Cabo Blanco (estado Vargas) se dedicó al tratamiento clínico contra la lepra, mientras en colaboración con el Dr. Martín Vegas iniciaba en la vecina comunidad del litoral central una campaña educativa destinada a erradicar la creencia colectiva de contagio de dicha enfermedad por simple convivencia con los leprosos.

Jacinto Convit desempeñó este cargo hasta 1950, fecha en que fue nombrado jefe de Clínica Dermatológica.

Desde su llegada a Cabo Blanco, Convit no descansó hasta obtener la vacuna contra la aciaga enfermedad.

Gracias a sus trabajos, Venezuela se transformó en un centro de entrenamiento en lucha antileprosa.

En 1937, el doctor Martín Vegas, conocido pionero en los estudios sobre la lepra, invitó a Convit a visitar la vieja casona del lazareto de Cabo Blanco en el estado Vargas, donde se alojaban cientos de pacientes afectados por lepra o lacería.

En 1990, Convit escribía que su permanencia en Cabo Blanco fue enriquecedora en el plano personal y profesional.

En aquel tiempo esta enfermedad era todavía motivo de prejuicios arraigados socialmente; a los leprosos se les encadenaba y eran custodiados por autoridades policiales, imagen que definiría el carácter humano de Convit, quien ante tal maltrato, exigió a los guardias un mejor proceder con los enfermos.

Equilibrando su trabajo estos fueron sus logros indiscutibles: concientizar sobre las enfermedades que esperaba prevenir; luchar por mejorar la atención ofrecida a los pacientes afectados; insistir en que los pacientes fuesen tratados con mayor humanidad; y generar un sentido de urgencia en los esfuerzos para controlar y curar las dos enfermedades.

Su trabajo persistente fue reconocido por Venezuela, y otros países del mundo.

"Viajé de ida y vuelta a Venezuela durante varios años, ayudándole a establecer el ensayo de vacunas en las zonas del país donde la enfermedad era más endémica, en el sur y hacia la frontera con Colombia.

[6]​ Convit también hizo importantes aportes en el conocimiento de enfermedades infecciosas, como la Oncocercosis y Micosis profundas.