Con veinte años conoció a Jan Timman y el relato de sus experiencias le motivo para convertir su afición al ajedrez en profesión.
Abandonó sus estudios y pasó tres años participando en diversos torneos, al tiempo que descansaba en Suecia a temporadas trabajando para pagarse los viajes.
Desde entonces viajaba a España en cuanto podía y seguía jugando, hasta que ganó el Torneo de Linares.
Su juego se caracterizaba por una sólida formación académica aprendida de manera autodidacta.
Destacaba jugando con negras, donde aprovechaba cualquier pequeño fallo del rival para obtener ventaja.