Más tarde, en 1978, logró un máster en Comercio Internacional en la Woodbery University de Los Ángeles.
Su pésima gestión hace que dichas empresas contraigan grandes deudas y quiebren.
Trabajó con Michael Pitman, un ex piloto de una gran aerolínea norteamericana.
Aunque a Baramdyka no le consta que ambos fuesen socios, «actuaban como si así lo fueran».
En Los Ángeles los chilenos gozaban del apoyo de la compañía Jet Air Service.
Varios núcleos de fabricantes de cocaína colombianos estaban comprando éter y acetona producidos en el Complejo Químico Industrial del Ejército chileno en Talagante.
Para estos efectos, estaban permanentemente en contacto con el coronel Gutiérrez[5] ubicable en los teléfonos del Instituto Geográfico Militar de Santiago, o con su representante en Los Ángeles, un señor de apellido Alcalde.
El general Manuel Contreras, Director de la DINA, policía secreta de Pinochet, aseguró que otro de los que sabe de su denuncia por narcotráfico contra Augusto Pinochet es Augusto Pinochet Hiriart,[6] quien a mediados e los ’80 estuvo como agregado consular en Los Ángeles,[7] donde Baramdyka, el narco estadounidense, inició sus relaciones para entrar a Chile y comenzar su negocio ilícito En Chile Baramdyka obtuvo su residencia a nombre de Trinidad Moreno bajo el Rol Único Tributario N° 12.063.790-8.
Su esposa chilena era accionista de la empresa pesquera Redes del Pacífico.
Corbalán le dijo que sabía perfectamente con quién estaba hablando y le pidió su asesoría para encontrar comprador a 75 kilos de cocaína que su organización tenía en las Bahamas.
Unos días después le presenta en el restaurante Oliver a un personaje vital en la organización: Edgardo Bathich Villarroel.
Uno de los aviones utilizados para los embarques había sido "charteado" por una compañía británica registrada como Quinn Freight, y fue el mismo que usaron Robert Mc Farlane y el coronel Oliver North para viajar a Irán a negociar el plan Irán-Contras.
Estos, a cambio de su colaboración, le habrían ofrecido un trato.
Baramdyka afirma que sus amigos narcotraficantes colombianos fueron quienes lo pusieron en contacto con el consulado chileno en Los Angeles.