Tres años más tarde ingresó en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo Oviedo fue su primer destino.
Se le distingue con titulaciones tales como “Burgalés esclarecido” o la Cruz de Alfonso X.
García Rámila se dedicó a organizar varios archivos, tanto la Hacienda como la Audiencia, no se pensó en completarlos con varias erudiciones históricas.
Normas y sugerencias técnicas para su ordenación y catalogación (1955), son sus obras excepcionales es en esa época, al igual que sus índices del Catastro del Marqués de la Ensenada.
Según él mismo declaró en su obra Claros linajes burgaleses, buscó siempre de modo diligente la exaltación de esta ciudad querida, unas veces en sus méritos propios, otras sacando del olvido a alguno de sus hijos ilustres.