Balákirev, un nacionalista declarado cuya obra está influida por la música y las tradiciones rusas, escribió esta fantasía inspirado por un viaje al Cáucaso, como cuenta en una carta: Balákirev compuso Islamey en un mes, lo que contrasta fuertemente con su costumbre de tardar a veces incluso años para terminar una pieza.
La segunda parte, más "lírica", es pasada por alto por aquellos que consideran la obra como una pieza solamente diseñada para mostrar la técnica, pero no para ser tocada.
A pesar de algunas calificaciones que tratan a Islamey simplemente como una pieza extraordinaria, excepcional, solo de exhibicionismo técnico y no muy "musical", lo cierto es que ha tenido un duradero impacto en la música para piano solo y cuenta con una gran reputación en el repertorio para piano.
Aleksandr Borodín incluyó fragmentos de la obra en su ópera El príncipe Ígor, mientras que Nikolái Rimski‑Kórsakov hizo lo mismo con su Scheherezade.
El propio Balákirev indicó en la partitura que el coda debería tocarse de forma parecida a la trepak, una melodía rusa tradicional.