Aunque el proceso en total ocupó todo ese tiempo, la cronología no es exacta en cuanto a los años y las fechas, sino solo aproximada, pues las fuentes difieren entre sí, y los historiadores no se ponen de acuerdo.
En aquel momento en el reino visigodo Roderic (conocido más tarde como Rodrigo) estaba luchando contra el hijo del antiguo rey Witiza, Agila II, y por tanto, el legítimo heredero.
No obstante, los hechos se desarrollaron mejor de lo que Musa podía esperar.
Musa no estableció ninguna modificación en los impuestos, los cuales seguirían recaudándose en igual forma que hasta entonces, pero su importe pasaría a poder del wali árabe de Hispania, el cual remitiría un quinto de su importe al Califa.
Una vez asegurada la capitulación de Mérida, Musa se encontró con Tariq en Talavera, junto al cual seguiría avanzando hacia el norte.
En la primavera del 714 avanzaron hacia Zaragoza, desde donde Tariq se dirigió a Soria y Palencia, para penetrar en Asturias, donde alcanzó el mar Cantábrico en Gijón.
Por su parte, Musa ocupaba Logroño, León y Astorga, fijando provisionalmente los límites de la conquista en el valle del Ebro.
En 717 Abd al-Aziz ibn Musa era asesinado, abriéndose así un periodo de graves turbulencias en al-Ándalus que se extendería durante cuarenta años.
Aunque Narbona cayó en el año 720, los musulmanes no lograron penetrar en el reino franco merovingio por Aquitania, Provenza, Borgoña o Gascuña y, a pesar de que prosiguieron las expediciones musulmanas, éstas fueron definitivamente paralizadas en el 732 en Vouillé (Francia) en la batalla de Poitiers.
Hacia el 718, la península ibérica, salvo las zonas montañosas del norte habitadas por Vascones, Cántabros y Astures, estaban en manos de los generales del califa Walid I; Táriq ibn Ziyad y Musa ibn Nusair.
Este establecía que, aunque no formaran parte de la umma, comunidad islámica, quedarían protegidos, tendrían sus jueces y conservarían sus ritos.
Entre los que no pertenecían a la Umma estaban los judíos y los mozárabes (cristianos de al-Ándalus).
Hasta el XI, las fronteras entre al-Ándalus y los estados cristianos del norte experimentaron pocas variaciones aunque la lucha entre ellos fue frecuente.
Por otra parte, la naturaleza misma del poder dinástico cambió a causa de este acontecimiento, y el alcance histórico, reconocimiento y adhesión del pueblo a los califas de al-Ándalus fue inmenso.
El Califato omeya desplegó grandes esfuerzos para contener lo mejor posible el avance fatimí, siguiendo en su política de alianzas con las tribus Magrawa-Zanata del Magreb occidental, hostiles a los Sanhaya del centro que sostenían el poder fatimí.
Por el norte se encontraban los reinos cristianos que seguían con sus incursiones en territorio andalusí aprovechando cualquier debilidad del emirato cordobés.
Cuando llega al poder Al-Hakam II el Califato cordobés se encuentra consolidado tanto en el norte de la Península, con los reinos cristianos bajo vasallaje, como en el Magreb occidental, controlado por el Califato cordobés, bien mediante sus propias tropas, bien por medio de tribus aliadas o sometidas.
Al-Mansur puso en marcha un programa de reformas en la administración civil y militar y supo atraerse a las clases populares con una política de intensa actividad militar contra los cristianos del norte.
Al-Mansur inició una serie de campañas o algaradas que se adentraron en territorio cristiano, llegando hasta Santiago, Pamplona, etc.
La primera comunidad musulmana que hizo proselitismo en la península ibérica en la Edad Contemporánea, fue la Yamaat Ahmad´a del Islam.
Malik Mohammad Sharif llegó a España en 1936 y fue evacuado por la embajada británica poco después, al iniciarse la Guerra Civil.
En 1980 la Comunidad logró abrir una mezquita en Pedro Abad, Córdoba, que fue financiada con donaciones británicas, y tuvo el apoyo del Ayuntamiento.
En ese momento, la Comunidad tenía un centenar de miembros en España, y en Córdoba eran doce.
En la práctica, las comunidades musulmanas locales abren sus lugares de culto (pequeños oratorios) en bajos comerciales, garajes o apartamentos privados.
[22] Al igual que en otros países de Europa,[23] en España se han suscitado situaciones polémicas en relación con alguna indumentaria islámica, o simplemente magrebí, concretamente sobre el uso del velo[24] en los centros escolares.
Este hecho empeora con la añaduría de que los hombres musulmanes no suelen tener código vestimentario alguno.
Al igual que en otros países de Europa,[35][36] en España hubo un debate sobre la regulación del uso del velo integral (tanto el burka como el niqab) en espacios públicos por considerar que atenta contra la seguridad ciudadana, además de constituir una discriminación específica contra la mujer.
En este sentido, el Senado aprobó una moción instando al Gobierno a prohibir el velo integral en todos los espacios públicos, incluida la calle.
[37] Varios ayuntamientos, como los de Barcelona, Tarragona, Lérida[38] y Coín,[39] han prohibido el uso del velo integral en las instalaciones municipales.
España es objetivo de la yihad global promovida por Al Qaeda y por el autollamado Estado Islámico.