Debido a las urgencias nacidas del conflicto, el Papiermark carecía de respaldo en oro y no era convertible en este metal precioso, lo cual era una situación inusual para la época, donde el esquema del patrón oro requería que todas las emisiones de papel moneda de un país estuvieran respaldadas en oro, precisamente para garantizar su valor.
No obstante, el costo real de estas reparaciones sólo ascendía a un tercio del déficit nacional total de Alemania, por lo cual el gobierno germano recurrió a la emisión de papel moneda principalmente para afrontar sus propias necesidades internas y pagar sus gastos propios.
Al aumentar desmesuradamente el flujo de dinero circulante entre la población, éste empezó inevitablemente a devaluarse.
Asimismo, la urgencia de pagar reparaciones había causado que casi todas las divisas compradas con bonos del Estado contribuyeran a la inflación.
Debido a que las mismas quedaban en poder del Estado, resultó imposible para el alemán medio adquirir moneda extranjera para protegerse de la inflación.
El notgeld, al actuar como dinero a nivel local, aliviaba el uso del trueque, que se tornaba poco práctico en una economía industrializada como la de Alemania; no obstante, el notgeld suponía apenas una solución de reducido alcance y que no resolvía el problema clave: la ausencia de una moneda fiduciaria fuerte a nivel nacional y la acelerada depreciación del marco alemán.
Ante ello, los obreros alemanes del Ruhr se lanzaron a una huelga general contra los ocupantes franceses, y el gobierno en Berlín emitió entonces más papel moneda para pagar salarios a los huelguistas (que sumaban varios millares), lo cual agravó más la inflación en tanto el circulante recién emitido se quedaba en Alemania.
Bajo inspiración del presidente del Banco Central, el economista Hjalmar Schacht, se determinó que era inviable continuar con la impresión de papel moneda que carecía de todo valor, y que los daños en la economía alemana habían forzado a varias localidades a instituir mecanismos de trueque, en tanto el dinero perdía significado.
Por eso, se llegó a calificar a la generación afectada por la hiperinflación, como unos aventureros, que serían la base del reclutamiento de las Fuerzas Militares que acompañaron las políticas expansionistas del Tercer Reich.