El incidente puso en duda la neutralidad sueca durante la Guerra Fría y deterioró las relaciones entre ambos países.
Las misiones ELINT tenían como objetivo recolectar las señales producidas por las fuerzas antiaéreas soviéticas para identificar sus defensas y su posición en el mapa.
Los Dakota siempre volaban sobre aguas internacionales y ocultaban sus tareas afirmando ser aviones de investigación atmosférica.
Aun así, la Unión Soviética descubrió poco después sus verdaderas intenciones y, tras diversas advertencias, llevó a cabo represalias.
La presencia de un buque civil durante el ataque hizo imposible mantener en secreto la agresión.
Inicialmente los soviéticos negaron cualquier responsabilidad en el ataque al Catalina, aunque tras los informes de los testigos, se retractaron.
Sin embargo, la conversación se mantuvo en secreto ya que a ninguno de los dos países les interesaba hablar demasiado sobre el tema del DC-3.