[1] No obstante, al empezar el siglo XVII la eficacia militar de los jenízaros disminuyó a la par que aumentaban sus ambiciones políticas.
No obstante, a pesar de esta decadencia, los jenízaros aún tenían fuerza militar suficiente para imponer su poder a los soberanos otomanos, impidiendo así todo intento de reforma militar y exigiendo privilegios y riquezas, a imitación de lo ocurrido siglos antes con la Guardia Pretoriana del Imperio romano o los streltsy del antiguo Imperio ruso.
Para inicios del siglo XIX los jenízaros sumaban cerca de 135 000 hombres en todo el imperio, la mayoría de los cuales ni siquiera eran soldados en activo sino simples civiles adheridos a esta tropa en funciones administrativas.
Otros miles más fueron masacrados por las tropas del Nizam-ı Cedid en las calles.
Aunque a corto plazo no se pudieron evitar otras derrotas militares, el sultán pudo aun así cumplir gracias a ello desde entonces su objetivo reformador en el terreno militar, administrativo, político, legislativo y hasta cultural (se introdujo la moda occidental).