El encargo consistió en dos obras: In Ictu Oculi y Finis Gloriae Mundi[1] En su obra, representa el tema de la vanitas.
Se desencadenó una crisis política desde la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) hasta finales del siglo.
Se retoma la idea del teatrum mundi para considerar la vida terrenal como un engaño.
[3] En el arte, las representaciones simbólicas del memento mori van a estar presentes como un recordatorio de la muerte.
La traducción del latín del memento mori es: “recuerda que morirás” [4] Su propósito es recordar al hombre su mortalidad y la brevedad de la vida sin importar el poder y los bienes terrenales.
[2] La relación de la muerte con la vanidad se reflejó en las representaciones literaria y pictóricas.
Sin embargo, su condición física no le permitió seguir trabajando para la Iglesia de San Clemente.
En estas obras hace alusión al tema de las vanitas con un sentido moralizante.
El conjunto de elementos representados indica los placeres terrenales y lo mundano como una vanidad.
Con la mano derecha apaga una vela sobre la que aparece la frase in ictu oculi.
[3] Esta frase corresponde a la Primera Epístola de san Pablo a los Corintios 15, 52, donde anuncia la inminencia de la resurrección : “in momento, in ictu oculi, in novissima tuba canet enim, et mortui resurgent incorrupti et nos inmutabimur” (“en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la trompeta final; pues sonará y los muertos resucitarán incorruptos, y nosotros seremos transformados”)[5] Elena Palos señala que: “el esqueleto tiene una expresión irónica hacia el espectador, a quien mira directamente casi esbozando una macabra sonrisa”.