Su construcción, que concluyó en 1732, se debe al mecenas aragonés Juan de Narbona.
En 1821 surge la ley de la reforma eclesiástica generando que el Gobernador Martín Rodríguez y su Ministro de Gobierno Bernardino Rivadavia, expulsaran a los frailes recoletos, teniendo que emigrar a Catamarca y expropiaran sus bienes.
El convento quedó cerrado por años y en el solar que había sido su huerta se creó el Cementerio de la Recoleta y en el solar de otras dependencias monásticas, el Centro Cultural Recoleta.
[2] Su fachada fue proyectada por fray Andrés Blanqui[nota 2],se ubica a lado opuesto del convento con orientación de rumbo oblicuo a la cuadrícula urbana hacia el sudeste y está conformada por un conjunto de pilastras dobles bajo un frontis clásico.
Consta de una sola nave con un crucero muy desarrollado cubierto por bóveda vaída (casquete rebajado).
Destaca el retablo del altar mayor, de arte barroco, con la imagen titular en el centro y a sus costados dos santos franciscanos.
El altar mayor es una pieza muy singular, con ornamentación inca del Alto Perú, muy ricamente trabajado en plata.
En la actualidad se ha dispuesto allí un pequeño e interesante museo abierto al público.