Le correspondió continuar la construcción al Padre José María Eusse, quien estuvo al frente de la Parroquia durante veinte años consecutivos; por esos años la población estaba calculada entre los 600 a 1.007 personas.
La disposición se cumplió y para 1861 en la visita del tercer Obispo en visitar la parroquia, Monseñor Domingo Antonio Riaño, en el Auto (acta) de Visita, realizó la siguiente observación: "Con mucho placer de nuestro corazón felicitamos al Señor Cura y a sus fieles por la obra tan laudable que han emprendido de construir un nuevo templo, capaz y hermoso para esta Parroquia".
Ante los problemas presentados en la construcción del segundo templo, fue necesario por algún tiempo, realizar las celebraciones religiosas en la capilla del antiguo cementerio, la cual no podía albergar a toda la gente y ante ese suceso el Obispo Riaño hizo la siguiente recomendación: "... en vista de la dificultad que se presenta a los fieles para concurrir a la Misa y a la predicación y a la enseñanza de la doctrina cristiana en los domingos y días de fiesta, por ser tan numeroso el vecindario y la capilla del Cementerio tan pequeña, autorizamos al Señor Cura para que se ponga un altar portátil en la nueva iglesia de esta parroquia, lo bendiga y pueda celebrar el Santo Sacrificio de la Misa... Mas no podrá hacer más de estas dos cosas en dicha iglesia".
Juan Nepomuceno Cadavid o quien fuera Cura de esta Parroquia; Víctor Vélez, Atanasio Escobar, Juan Pablo Arango y Jesús María Tamayo, quienes se merecen la confianza del pueblo".
En esta manera se pudo finalizar el frontis con revoque enladrillado junto con el altozano y el presbiterio entablado.
Consumidos los tesoros religiosos de propiedad de la Virgen María, en el transcurso de 1889, en la quinta visita del Obispo Jesús María Rodríguez, urgió al cura y a los feligreses “…para que breguen con sus limosnas a dar término lo más pronto posible a los trabajos del templo que con tan buen éxito se ha construido”.
Nereo A. Medina (párroco entre 1890 a 1903) las torres de la fachada frontal del templo se desplomaron, oportunidad aprovechada para edificar un nuevo frontis y darle más amplitud al Templo, haciéndolo construir unos metros más hacia la calle, con la puerta principal de frente y dos puertas laterales, las torres remataban en imágenes de San Pedro, San Pablo, San Emigdio y Santa Bárbara, que un día fueron averiadas seriamente por un rayo, siendo quitadas del sitio.
La construcción de la Casa Cural se debe al impulsó del Pbro.