En su interior se destacan la talla dora del ábside y de los altares, que remontan al siglo XIX.
Así, la iglesia de Santa Lucía tuvo su acceso facilitado.
Entre otras representaciones, se encuentra figurada en acuarela de Thomas Ender.
[1] Existió primitivamente, en los fondos del templo, en la cima del morro hoy desaparecido, una fuente de agua a la cual se atribuían puedas milagrosos.
Esa devoción es recordada aún hoy por una boquilla instalada en la sacristía.