Está dedicado a san Félix mártir (sancte Felicis martiris).
De la fábrica románica conserva únicamente la portada y, en su tímpano, un relieve que representa la Epifanía, datado en 1316 y en el que se observan claros restos de policromía, aunque no es la original.
El nombre y la fecha aparecen en una inscripción que hay en el dintel de la puerta.
En el siglo XVII se le añaden nuevas capillas y, en el XVIII, el arquitecto santiagués Simón Rodríguez procede a una ampliación, con dos naves nuevas y el campanario barroco.
Cuenta la tradición que el ermitaño Pelayo se encontraba aquí rezando cuando vio las luces que señalaban el lugar donde se escondían los restos del apóstol Santiago.