San Cipriano era el obispo de Cartago, muy amigo del Papa San Cornelio, con el que tenía una buena relación y al que ayuda cuando este sufrió penurias.
Desempeñó un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África, ya que se convirtió al cristianismo en edad adulta, y dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretada la violenta persecución en aquella ciudad.
En la fachada occidental se le añade un tramo a la nave románica de primitiva construcción.
La portada la forman cuatro arquivoltas, dos decoradas con un baquetón de medio bocel y las otras con moldura prismática.
El acceso al ábside se realiza por medio de un arco triunfal doblado.