Estuvo al servicio del segundo gobernador almorávide de Zaragoza, Ibn Tifilwit (1115-1117), el cual volvió, como en un canto de cisne, a rodearse de literatos y científicos tras el primer gobierno almorávide zaragozano (1110-1115), que se preocupó más por las armas que por las letras.
Ibn Jafaya disfrutó de la fama en vida y sus versos fueron reproducidos enseguida por los arabófonos.
Fue considerado el poeta andalusí por excelencia, según Al-Maqqari de Tremecén (1591-1631), uno de los más famosos historiadores y recopiladores del mundo árabe, que proclamó en su obra la admiración que sentía por él, comparándolo con otro famoso poeta, el oriental As-Sanawbarí, también cantor y amante de los jardines.
Su espíritu libre y temperamento orgulloso le obligaron a solicitar en alguna ocasión la protección de su soberano.
Entre las publicaciones que se han realizado de la obra de Ibn Jafaya, traducida a varios idiomas, destacan en España las traducciones realizadas por Josep Piera y Josep R. Gregori: