El animal fue comprado por el Ejército de Chile y fue iniciado por el capitán Gaspar Lueje en doma clásica, pero en su debut tuvo un accidente; su retiro inmediato del adiestramiento fue por enterrarse un fierro en las nalgas, por lo que casi fue sacrificado.
La gente presente ese día dice que cuando el binomio estaba en su último intento, era un silencio palpable.
Cuando el animal inició el vuelo, nadie respiraba, y cuando sus patas delanteras tocaron el suelo, fue un completo griterío.
Actualmente sus restos descansan en la misma Escuela de Equitación del Ejército en Quillota.
Su hazaña no ha sido superada aún, manteniendo el récord mundial de salto alto en equitación.
También está El jinete alado, del periodista e historiador quillotano Roberto Silva Bijit.