Ingresó al Pontificio Seminario Mayor de Santiago.
"Quisiera a todos pedirles que me puedan perdonar tantas deficiencias y limitaciones que el Señor conoce" fueron parte de sus palabras[4] "Horacio Valenzuela sostuvo: «Siempre vi que saludaba de beso en la mejilla, nunca vi tocaciones en los genitales, a lo más una palmada en las nalgas.
Respecto de la forma en cómo ejercía la dirección espiritual hay que considerar el carácter fuerte del padre Fernando lo que lo llevaba a corregir severamente con el fin de educar: mi experiencia es que esto no fue para ejercer presiones, control y manipulación indebidas.
A mí me corrigió hartas veces y lo agradezco.
Todos éramos personas adultas y si alguno se sintió incómodo podía alejarse (…).