Deseaba residir como ermitaño en algún lugar apartado y se instaló en la isla Lerina, también llamada isla San Honorato, una de las islas Lérins, frente a Cannes.
La isla era un lugar desierto e inhóspito donde abundaban las serpientes.
Según la tradición, Honorato cayó de rodillas y se puso a rezar; muriendo todas las serpientes y dando orden al mar para que arrastrara sus cadáveres limpiando la isla.
[2] La comunidad creció y dio varios santos, teólogos y obispos como Hilario de Arlés, Vicente de Lerins, Cesáreo de Arlés, y se convirtió en un importante foco cultural.
A pesar de su mala salud era muy activo.