Pese a que era un joven rico e instruido prefirió dedicarse a la vida religiosa, entrando en el monasterio de Lerins, que había sido fundado por san Honorato de Arlés.
Tras el suceso, Celidonio interpeló a Roma, y el papa León I el Magno le reinstaló en su sede.
Se dice que incluso llegó a vender los ornamentos y el cáliz para obras de caridad.
Su obra Vita S. Honorati Arelatensis episcopi and Metrum in Genesin es comparable al resto de producciones literarias contemporáneas.
A Dictionary of Arts, Sciences, Literature, and General information (en inglés) (11.ª edición).