Su ropa está doblada sobre una silla de madera al fondo, contra la cual también se encuentran sus botas.
Hacia 1884 Caillebotte ya había pintado varios retratos realistas de hombres y mujeres corrientes inmersos en su realidad doméstica o laboral.
Así, igual que en Los acepilladores de parquet, también en este lienzo el artista representa el cuerpo masculino sin idealizaciones académicas ni heroicas.
Esta representación inusual y vulnerable del cuerpo masculino hizo que la obra fuera controvertida desde su primera aparición pública.
[2] La obra quedó en manos del autor y luego de sus herederos, hasta que en 1967 pasó a una colección privada en Suiza.