Este concepto fue desarrollado durante el Renacimiento italiano (uomo universale) por uno de sus máximos representantes, el arquitecto Leon Battista Alberti, quien afirmó que: Esta idea recoge los principios básicos del humanismo del Renacimiento, que se caracterizaba por considerar al hombre como un ser todopoderoso, con capacidades ilimitadas para el desarrollo, y exhortaba a la gente a abarcar todos los campos del conocimiento y desarrollar sus capacidades al máximo.
Por este motivo, muchos hombres hicieron florecer notablemente la cultura y el arte en el Renacimiento.
[7] Muchos polímatas notables vivieron durante la época del Periodo Renacentista, un movimiento cultural que se extendió aproximadamente del siglo XIV al XVII y que comenzó en Italia en la Baja Edad Media y más tarde se propagó al resto de Europa.
Esta educación universal les dio una base desde la que podían continuar un aprendizaje para convertirse en maestros de un campo específico.
La disposición fácil ante tareas difíciles también se asemeja a la falta de esfuerzo inculcada por el Zen, como en el tiro con arco, donde ninguna atención consciente es necesaria más que la espontaneidad pura, produciendo una mayor habilidad y más nobleza.
Históricamente (aproximadamente 1450–1600) representó a una persona que se esforzaba por «desarrollar sus capacidades de la manera más completa posible», tanto mental como físicamente.
El término «genio universal» suele aplicarse a Leonardo da Vinci como primer ejemplo.