Un importante centro para la expansión del culto cristiano también entre no los judíos (o gentiles) era Antioquía, en Siria.
Éste contactó a la comunidad en Roma porque necesitaba su apoyo para una misión en España, pues ya no tenía campo de acción en el Imperio Romano Oriental (Röm 15,18-24 EU).
En el oriente cristiano estuvieron activas varias órdenes católicas durante la época de las cruzadas.
Son especialmente conocidas las misiones jesuitas en Paraguay; sin embargo, también hubo activas misiones en otras partes del imperio colonial español; tal es el caso de Bolivia en las regiones de Mojos y Chiquitos; en Chile, en la isla Chiloé; en la región amazónica, especialmente en las cabeceras.
En la historiografía se discute a menudo, qué tan independientes eran estas misiones del sistema colonial.
Un ejemplo son los dominicos que trabajaron en la zona del Orinoco, en la cual aún no había la presencia de un gobierno establecido.
Por otro lado, la Iglesia católica del oriente trató de latinizar a otras culturas, por ejemplo los Maronitas.
En el año 1664 Justiniano de Welz dio a conocer numerosos escritos sobre el importante significado y la realización práctica de las misiones a escala global, aunque estos escritos fuero fuertemente criticados por los teólogos luteranos.
El trabajo de las misiones protestantes se enfocó más en zonas ya colonizadas (Gran Bretaña y Países Bajos).
Sin embargo, las primeras potencias colonizadoras protestantes no mostraban tanto interés en la evangelización de los pueblos conquistados.
Sin embargo, también las islas del Caribe, las Filipinas y China eran una meta de los misioneros durante esos siglos.