Historia de la telegrafía argentina

La iniciativa no prosperó en los niveles gubernamentales; aunque más adelante Wilde creyó que el telégrafo óptico sería también de mucha utilidad en gruplas luchas fronterizas contra el indio, el único momento en que el proyecto pareció reactivarse fue durante la Guerra con el Brasil.

Cuando unas décadas más tarde resurja nuevamente la idea de instalar la telegrafía en Buenos Aires, las circunstancias serán distintas.

A pesar de las ventajas y alabanzas que Sarmiento mostraba, el Telégrafo Impresor no fue el predominante en la época.

El futuro sería sin embargo del telégrafo eléctrico, cuyos más remotos antecedentes incluyen a la propuesta anónima publicada en el The Scots Magazine (1753) y por Georges-Louis Le Sage (1770), al de Lomond (1787), Francisco Salvá (1795) y Francis Ronalds (1816).

A partir de 1822, Paul Schilling von Canstadt (1786-1837) efectuó experimentos con detectores electromagnéticos y preparó incluso un código para trabajar con una sola aguja, precursor del Morse.

Sarmiento relataría el evento: Hiciéronse anteayer, en presencia de una numerosa, cuanto escogida concurrencia, los experimentos del telégrafo eléctrico.

En julio del corriente, Bertonnet insistió con su proyecto de unir por un cable subacuático a Montevideo con Buenos Aires.

Para el año 1862, el sistema telegráfico mundial cubría aproximadamente 240.000 kilómetros: 24.000 en Gran Bretaña, 128.000 en el resto de Europa y 77.000 en América.

A esos efectos se formó la Compañía Telegráfica del Río de la Plata (The River Plate Telegraph Company, antecesora de la Western Telegraph Company), con sede en Glasgow, Escocia, e intervino en su construcción y colocación la firma inglesa W. T. Henley.

Marcoartú venía según el periódico satírico El Mosquito a "nada menos que para establecer un cable eléctrico directo entre el Río de la Plata y Europa".

Domingo Faustino Sarmiento, quien asumió la presidencia en 1868, y su ministro Dalmacio Vélez Sársfield serían los mayores propulsores del telégrafo en el país.

Sarmiento adquiriría un notable conocimiento de la tecnología al efectuar su particular versión del Exposition et Histoire des principales découvertes scientifiques modernes, más una reescritura que una traducción.

Meditando acerca de las prioridades del gobierno, Vélez Sarfield confiaría a Avellaneda que "Recorro los adelantos modernos: los ferrocarriles son costosos, lentos en su construcción y requieren capitales ingentes; los Bancos, bajo cualquier forma, no son sino una dilatación del crédito, que no puede ser improvisado por un acto administrativo, y pasando de lo uno a lo otro me he detenido por fin en los telégrafos, que son tan útiles y tan baratos."

El 1 de mayo del corriente empezaba a operar el enlace Buenos Aires-Rosario, contratado con el técnico francés Enrique Tassart (1849-1898).

Ese mismo día se propuso al Congreso el tendido de una línea entre Rosario y Córdoba.

El inglés Carlos Burton (o Barton) fue designado el 12 de octubre del año antes citado, primer inspector general.

Para el año 1870, ya estaban en funcionamiento 836 millas telegráficas y existían otras mil en vías de construcción.

La tarifa debía ser acordada con el gobierno, que gozaría de un descuento del 25% y un fraccionamiento ventajoso.

El mensaje inaugural de Sarmiento traslucía su entusiasmo por la obra efectuada "Para mantener vivo el recuerdo de nuestro origen, glorias é independencia común, para que Magallanes no esté apartado, ni los Andes sean barrera demasiado alta y el Atlántico y el Pacífico estén separados por el continente".

El solemne acto dio lugar a una pintoresca y mordaz nota del periódico satírico "El Mosquito".

Ese mismo año la administración Avellaneda autorizó por decreto la construcción de una línea telegráfica entre Jujuy y La Quiaca.

El contratista Adolfo E. Carranza obtendría del gobierno boliviano una concesión para prolongar esa línea hasta Potosí o Sucre.

El 28 de septiembre de 1909 el Congreso sancionó la Ley 6494 aprobando el contrato con la empresa inglesa The Western Telegraph Company Limited, representada en Buenos Aires por J. Oldham, para tender un cable telegráfico entre Buenos Aires y la Isla Ascensión, evitando así el tránsito por Uruguay y Brasil.

Desde la isla Ascensión, la Western Telegraph Company se encargaría del enlace a São Vicente en Cabo Verde.

Posteriormente se instaló en el extremo receptor el sistema Creed que convertía los puntos y rayas de las cintas perforadas directamente en letras.

Para 1853 los principales establecimientos militares y administrativos del imperio se encontraban ya conectados con Río de Janeiro, en poco tiempo los cables submarinos comenzaron a unir las principales ciudades costeras y en 1858 se estableció el primer servicio público.

Durante la Guerra del Paraguay, Brasil utilizó un "tren telegráfico" que acompañaba el desplazamiento de las tropas.

El embajador norteamericano Thomas Osborn en su informe manifestaría que el movimiento revolucionario había sido "vencido por el ferrocarril, el telégrafo y los Remington".

Proponía instalar equipos ópticos que utilizarían el mismo código Morse, del tipo creado por "un señor Mance, director de una compañía telegráfica en la India", a los que llamaba heliógrafos, y manifestaba haber efectuado pruebas satisfactorias entre la ciudad de Buenos Aires y Quilmes.

Las líneas telegráficas fueron debidamente tendidas por nuestros soldados y sin interrupción alguna hasta algo después de 1885.

Tapa del telégrafo que se encontraba en el barrio de Belgrano .
Telégrafo utilizado para transmisiones en código morse .
Primer telégrafo receptor automático de señales (1837).
Pastor Obligado
Bartolomé Mitre
Estación del Parque, Ferrocarril del Oeste
Rufino de Elizalde
Río de la Plata: a la derecha Argentina y a la izquierda Uruguay
Dalmacio Vélez Sársfield
Domingo Faustino Sarmiento
Benjamin Apthorp Gould
Nicolás Avellaneda
Julio Argentino Roca
José Figueroa Alcorta
Adolfo Alsina
La Conquista del Desierto