Una vez caído el régimen absolutista (miguelista), la política portuguesa del siglo XIX está influenciada por las ideas liberales.
Los liberales formaban un grupo heterogéneo que solo trabajó unido para acabar con el absolutismo, pero las discrepancias entre las distintas tendencias ideológicas continuaron.
Los liberales de tendencia conservadora llevaron a cabo reformas para cambiar la legislación absolutista.
Se mantuvo una fuerte oposición a la Iglesia y los obispos partidarios del depuesto rey Miguel I fueron cesados.
En 1836 unas elecciones amañadas que dan la victoria a los Cartistas provoca la revuelta de los septembristas.
Se crearon instituciones que perduran como la Academia de Bellas Artes y el Teatro Nacional Doña María II.
Inicialmente, el gobierno no pudo sofocar las revueltas en el norte del país, por lo que tuvo que solicitar ayuda del Reino Unido y España y para poner fin a la guerra en 1847.
Las discrepancias entre ambos partidos tendieron a solventarse por medios políticos en vez de recurrirse al levantamiento militar.
Los gobiernos conservadores se sucedieron hasta 1856, mayormente presididos por el duque de Saldaña, primer ministro en varias legislaturas.
Cuando murió la reina consorte, Estefanía de Hohenzoller (1837-1859), el rey cayó en una profunda depresión.
Debido al aumento de los impuestos, a principios del año 1868, hubo varias revueltas en Lisboa.
La declaración en España de la república (1873) influyó en el Partido Republicano portugués y empezaron las primeras revueltas antimonárquicas.
El partido Regeneracionista se encuentra en una oposición sin compromiso ante el nuevo gobierno, Fontes Pereira de Melo llevó a cabo una moción de censura en 1881 para volver a convertirse en jefe del gobierno.
En las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar ese mismo año, los republicanos lograron dos diputados.
Se sucedieron varias protestas, logrando la oposición que no saliera ninguna propuesta del Parlamento.
Serpa Pimentel se retiró y el rey nombró un nuevo gobierno, que apenas duró.
A principios de 1891 tuvo lugar un levantamiento republicano en Oporto que proclamó la república.
En 1899 se firma el Tratado de Windsor, que pone fin a la crisis colonial entre Reino Unido y Portugal.
Otro asunto que afectaba sobremanera a la política interna de Portugal eran las relaciones con la Iglesia Católica.
Estos hechos dieron lugar a distintas interpretaciones en la prensa, y provocó revueltas anticlericales primero en Oporto, después en Lisboa.
Esas elecciones fueron declaradas nulas y se repitieron, aunque el resultado no varió.
Al lado de Hintze Ribeiro se encontraba João Franco el político más prestigioso del partido.
En contra de Hintze Ribeiro y sus seguidores, en 1901 João Franco fundó el Partido Regeneracionista Liberal.
Los progresistas y los regeneracionistas firmaron un acuerdo de paz, para poder terminar, junto con el rey, con los alzamientos republicanos.
El jefe de los republicanos, Bernardino Machado, pudo dar un discurso en público, sin que la policía se lo impidiera.
Mientras, desde un escaño, un diputado republicano, Afonso Costa dijo: “Por menos de lo que nos ha hecho el rey Carlos, en Francia perdió la cabeza Luis XVI”.
Manuel II (1889-1932), el hijo pequeño del rey asesinado, asciende al trono con 18 años.
Nombró al almirante Ferreira do Amaral como primer ministro, que intentó, con una serie de medidas liberales, calmar la situación.
Aunque el suceso no tenía connotaciones políticas, se produjeron levantamientos en Lisboa y en las grandes ciudades del país.
La monarquía portuguesa, que había comenzado en 1139 cuando Afonso Henriques tomó el título de rey, terminaba 771 años después.