La primera colonización de Hawái se produjo desde islas situadas en el Pacífico Sur, muy probablemente entre el siglo IV y VI, desde las Marquesas,[1] con una segunda ola de migración desde Raiatea y Bora Bora en el siglo XI.
La más documentada es que el explorador inglés James Cook fue el primer europeo en llegar a las islas en el año 1778.
Otras islas, muy parecidas a Kahoʻolawe, Lānaʻi, y Molokaʻi aparecen con el nombre de «Los Monjes».
En efecto, F. de Paula y Marín dejó además algunas palabras españolas en el idioma local que aún se pueden escuchar allí.
Pese a lo anterior, España nunca hizo reclamación oficial de estas islas.
Cuando Cook llegó fortuitamente a las Hawái, en el último cuarto del siglo XVIII, el rey Kamehameha I, que pasaría a la historia con el nombre de Kamehameha El Grande, había comenzado su gradual ascenso al poder.
Hasta 1816, los jefes de las distintas islas se consideraban a sí mismos bajo la protección británica y por ello en las islas flameaba la Union Jack (Torrotito del Reino UNido).
En 1820, llegó al archipiélago un grupo misionero congregacionalista (el American Board of Commissioners for Foreign Missions, ABCFM) procedente de Nueva Inglaterra.
Fueron recibidos oficialmente por Kamehameha II, que les otorgó un año de permiso limitado para hacer proselitismo.
El nuevo estatuto hawaiano impuso a los residentes extranjeros un cambio en la tenencia de la tierra.
Por las reformas de Kamehameha II, los occidentales podrían comprar tierras y estaban obligados a registrarlas catastralmente.
Paulet exigió la abdicación del Rey Kamehameha III y la cesión de Hawái a la Corona británica.
Por la fuerza, Kamehameha fue cesado en sus funciones, pero presentó una protesta oficial ante el Gobierno británico y el superior de Paulet, el Almirante Richard Thomas.
Tras este incidente, el gobierno hawaiano fortaleció sus alianzas diplomáticas con británicos y estadounidenses pero cesaron las amenazas contra las misiones católicas.
Hasta la anexión en 1898, Hawái fue un estado independiente, reconocido por Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y Rusia, con intercambio de embajadores.
En 1887 un grupo de funcionarios y asesores del gabinete del Rey David Kalākaua y una milicia armada obligaron al rey a promulgar lo que se conoce por sus críticos como la "Constitución Bayoneta".
Con ello, sólo los residentes europeos, estadounidenses y los nativos hawaianos tuvieron plenos derechos de voto.
Presidente Cleveland declaró "sustanciales mal ha sido, pues, hacer que una debida consideración de carácter nacional, así como los derechos de las personas heridas exige que debe esforzarse en reparar la monarquía".
El Democratic Party se hizo una fuerza dominante en las políticas estatales apenas terminada la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los nativos hawaianos disolvieron sus partidos políticos anti-anexión y crearon el Home Rule Party of Hawaii para gobernar el territorio después de la anexión y lucharon por la estatalidad durante décadas, en las últimas ha habido pequeños movimientos étnicos soberanistas.
Los críticos sugieren que tales acciones no tienen precedentes y que las provisiones de la Carta Akaka otorgarían reconocimiento sin ninguna de las mismas calificaciones necesarias para el reconocimiento tribal.