Su iniciador y principal ejecutante es Luís Amado Carballo.
Otros autores, atendiendo al significado de esas imágenes, le aplican el nombre de animismo o hilozoísmo, ya que se da una personificación del paisaje; los elementos de la naturaleza (caminos, fuentes, puentes, árboles, animales...) aparecen humanizados.
El hilozoísmo asume la tradición paisajística del siglo XIX, sin romper directamente con ella, combinándola con los recursos metafóricos propios de las vanguardias.
La metáfora atrevida empleada por los hilozoístas es de clara filiación ultraísta.
La métrica es muy sencilla, basada fundamentalmente en las formas populares: versos cortos, predominando el octosílabo y rima asonante.